Una vuelta de tuerca a los cuentos tradicionales y una ruptura con el estereotipo de la princesita perfecta. Porque las niñas (y los niños, claro) deben aprender desde bien pequeñitas que la perfección es imposible y que las mujeres, por muy princesas que sean, se tiran pedos, tienen celulitis, estrías y vello corporal. Y que todo eso es lo más natural del mundo, aunque lo normal sea no verlo (y esconderlo).