La soledad no buscada es dolorosa, produce tristeza, envidia,… y puede llevarnos a sucumbir ante sucedáneos que apalian, pero no curan. No la dejemos entrar en nuestro corazón. Esto es temporal, Dios no nos desampara y Su voluntad es que no estemos solos. Hemos de creer en Sus promesas, por fe saber que esto tiene un final y será perfecto, autentico y especial. Mientras tanto, disfrutemos de lo que nos da y oremos para aprender a ser felices, así, aquí y ahora.