“¡Oh, mis amigos de ahora y de siempre!... No queráis apresurar la hora de Aquel que me ha enviado entre vosotros, y que os pone a mi lado para secundar mi obra, no para impedirla. “Esperad en paz y alegría de espíritu, que cuando el Padre me haya levantado a donde debo subir, lo que ahora no comprendéis será claro para vosotros como la luz del mediodía”.